Daniel Molina Pavez
Gerente General – Puntonorte Comunicaciones
Apasionado por la comunicación y el liderazgo.
28 de abril | Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo
¿Y si el gran cambio en seguridad no fuera técnico, sino comunicacional?
Esta pregunta resuena con fuerza creciente en un mundo laboral donde los enfoques tradicionales, centrados exclusivamente en normativas y equipamiento técnico, a menudo muestran sus límites. Una mirada urgente está comenzando a tomar fuerza, impulsada por la constatación de que la verdadera transformación hacia entornos más seguros requiere un pilar fundamental: la comunicación efectiva.
La cultura de seguridad no se impone mediante decretos o manuales densos; se construye día a día, a través de una relación compartida, una escucha activa genuina y la conexión con el sentido emocional que moviliza a las personas. Fracasa cuando se percibe como una carga burocrática más, pero triunfa cuando se integra como un valor esencial y compartido.
En mi experiencia a cargo de Puntonorte Comunicaciones y como consultor en comunicación para el cambio cultural, me he dedicado por más de 20 años a colaborar con empresas de alto riesgo operacional, desde la complejidad de las faenas mineras hasta diversas industrias con desafíos significativos. Mi trabajo me ha permitido observar de cerca la dinámica humana detrás de los indicadores. Hoy, en el contexto del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, propongo una perspectiva vital: “No hay cultura de seguridad sin narrativa compartida”.
Una narrativa compartida va más allá de los eslóganes; implica construir un relato colectivo donde la seguridad tenga sentido para todos. La verdadera prevención se logra cuando los equipos se sienten parte activa del mensaje, co-creadores de la cultura de cuidado, y no solo receptores pasivos de órdenes o advertencias. Reducir la comunicación de seguridad a la mera difusión de normas, procedimientos o carteles informativos podría ser un grave error. La comunicación debe trascender lo puramente racional y conectar profundamente con las emociones, los valores individuales y colectivos (como el cuidado de la familia, el compañerismo, el orgullo por el trabajo bien hecho) y la identidad misma de los trabajadores y de la organización. De esta manera el mensaje de seguridad se internalizará traduciéndose en comportamientos consistentes.
Decálogo del Buen Comunicador en Seguridad: Ampliando la Mirada
Este decálogo propone principios clave para quienes tienen la responsabilidad de comunicar en materias de seguridad y salud:
Escucha antes de comunicar
Fundamental para entender la realidad desde la perspectiva de los trabajadores. Implica no solo oír, sino comprender activamente sus miedos reales (¿qué les preocupa al realizar esta tarea?), sus motivaciones (¿qué los impulsa a cuidarse y cuidar a otros?), sus ideas y las barreras percibidas para trabajar de forma segura. Esta escucha es la base para cualquier mensaje relevante.
Habla con el corazón, no solo con el reglamento
Los mensajes que apelan únicamente a la lógica o al cumplimiento normativo suelen tener un impacto limitado. Aquellos que conectan con las emociones, que muestran empatía y transmiten la preocupación genuina por el bienestar de las personas, son los que realmente transforman actitudes y comportamientos a largo plazo.
La seguridad no se impone, se contagia
El liderazgo visible y comprometido es crucial, pero no exclusivo de las jefaturas. El ejemplo debe permear todos los niveles. Cuando un compañero corrige amablemente a otro, cuando un supervisor detiene una tarea riesgosa sin buscar culpables, cuando la alta gerencia participa activamente en actividades de seguridad, se genera un efecto multiplicador poderoso.
Usa historias, no estadísticas
Los números y porcentajes son importantes para el análisis, pero las historias son las que conectan, se recuerdan y movilizan. Relatos sobre incidentes evitados gracias a la acción preventiva de alguien, historias de superación tras un accidente o ejemplos de buenas prácticas contados por sus protagonistas, tienen un impacto mucho mayor que un gráfico abstracto.
Diseña experiencias, no solo carteles
La comunicación pasiva (carteles, folletos) tiene su lugar, pero es insuficiente. Busca la recordación profunda a través de experiencias significativas: simulacros realistas, talleres participativos, jornadas de reflexión, visitas cruzadas entre áreas, uso de realidad virtual para entrenar en escenarios de riesgo. Se trata de involucrar los sentidos y las emociones.
Sé coherente en el mensaje y en la práctica
La credibilidad se construye con coherencia. Si se promueve el reporte de incidentes o la detención de tareas riesgosas («si ves algo, di algo; si dudas, para»), estas acciones deben ser reconocidas y valoradas, no castigadas o vistas como un problema. La inconsistencia entre el discurso y la realidad erosiona la confianza rápidamente.
Adapta el lenguaje al territorio
La comunicación efectiva considera el contexto. Cada lugar de trabajo, cada equipo, cada cultura local tiene sus propios códigos culturales, jergas y formas de entender el mundo. Un mensaje genérico puede ser ineficaz o incluso malinterpretado. Es vital adaptar el lenguaje, los ejemplos y los canales a la realidad específica de la audiencia.
Involucra a los trabajadores en la creación
La seguridad no puede ser algo diseñado «desde arriba» e impuesto. «Nada sobre seguridad sin ellos» significa abrir espacios reales para que los trabajadores participen en la identificación de riesgos, la propuesta de soluciones, el diseño de campañas preventivas y la evaluación de las medidas. Su conocimiento práctico es invaluable.
Celebra el cuidado, no sólo sanciones
Enfocarse exclusivamente en las sanciones por incumplimiento genera un clima de miedo que inhibe la comunicación y el aprendizaje. Es fundamental reforzar lo positivo: reconocer públicamente las buenas prácticas, celebrar los logros en seguridad (periodos sin accidentes, iniciativas exitosas), destacar a quienes demuestran un compromiso ejemplar. Esto crea compromiso genuino.
Actualiza los formatos y canales
El mundo de la comunicación cambia constantemente. No te limites a los métodos tradicionales. Explora formatos más dinámicos y adaptados a las nuevas generaciones y hábitos de consumo de información: reels informativos, podcasts con testimonios, intervenciones creativas en terreno, gamificación, aplicaciones móviles interactivas, videos cortos. Lo importante es elegir lo que mejor se adapte a cada realidad y audiencia.
Piensa desde la cultura de seguridad
En definitiva, una cultura de seguridad robusta y sostenible no nace del reglamento, sino del relato compartido, de la conversación honesta y del cuidado mutuo. Usa la comunicación como la herramienta estratégica que es, para cuidar más y mejor.